Las noticias falsas, a simple vista inofensivas, pero realmente letales, son capaces de afectarnos tanto personal como socialmente. ¿Cómo y por qué sucede esto?, es algo que solo desde la comunicación se puede explicar.
Muy seguramente has escuchado repetidamente el término “Noticias Falsas”, el cual es utilizado cuando un contenido busca desinformar a la audiencia acerca de temas de actualidad. A pesar de ser una palabra tan “novedosa”, sus orígenes o primeras apariciones se remontan al nacimiento de la humanidad. Según el director comercial de Ediciones Palabra José Manuel Burgueño, sobre los primeros signos de las noticias falsas, que “Tan lejos se remontan como “en los albores de la humanidad”, narrada en el Libro del Génesis: según el Papa Francisco, fue la serpiente “el artífice de las primeras Fake News”, al engañar a Eva, mezclando verdad y mentira, con un objetivo claro.” Como este ejemplo, podemos ver muchos otros a lo largo de la historia, donde la difusión de falsedades casi siempre cumple su papel de arma de intoxicación mediática, con la finalidad de incidir en las masas en su manera de pensar.
Antes de analizar este fenómeno, primero debemos tener claro qué son las Fake News. Para la doctora en Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Raquel Herrera, “Las Fake News no las definiría como noticias falsas, sino noticias sobre falsedades, sobre hechos que bien no están probados, no están lo bastante contrastados o están exagerados. Si tuviera que decírselo en una definición, sería falsedades en un sentido amplio, es decir, todo aquello que no son hechos o verdades comprobables”. Estas falsedades se camuflan entre los mares de información que además se consumen de una manera abruptamente veloz, esto reduce las posibilidades de contrastar y comprobar la fuente primaria de una noticia, arrebatándonos la oportunidad de clasificar entre mentiras y verdades. Al respecto de la incidencia de estas inexactitudes comunicativas, el director del Programa de Comunicación de la Universidad Icesi, Mauricio Guerrero, que define a las Fake News como “Los contenidos que buscan desinformar, teniendo esa palabra como algo clave...hay diversas formas y uno puede ver las nuevas tipologías para hacer las noticias falsas o de cómo utilizan el flujo de algunos medios para orientar la opinión pública.” Se puede decir que, al igual que las sociedades han innovado con más eficientes formas de comunicar sus ideas, los sujetos que se dedican a divulgar bulos también han descifrado maneras inéditas de seguir generando pánico informativo.
Como se evidenció anteriormente, el ser humano es un agente activo tanto en la generación como en el consumo de estas oleadas de información. Sin embargo, se plantea la duda de conocer por qué siempre caemos en la trampa de las noticias falsas. La doctora Raquel Herrera explica que “los seres humanos tenemos aspectos racionales e irracionales, pero ambos pesan mucho en nosotros. Con respecto a lo irracional, muchas veces nos dejamos llevar, entre otras cosas, por aquello que queremos creer o aquello que nos interesa más. Ahora contamos con sesgos cognitivos difíciles de superar, reafirmados a través de los medios, como los digitales. Todo ha cambiado con la creación de dichas plataformas hace 20 a 25 años, pero nuestro cerebro no tiene la misma reacción, ya que nos seguimos creyendo cosas que no tienen por qué ser ciertas, porque simplemente es lo que queremos creer.” Los fundamentos cognitivos y emocionales del ser humano pueden hacer que dirijamos nuestros pensamientos o acciones en una dirección favorable para los intereses muchas veces separatistas, por intermedio de acciones persuasivas ligadas a nuestras preferencias preexistentes.
Las noticias falsas van más allá de ser inofensivos remedios caseros, estas son capaces de generar fragmentación social, y aquí es donde la enseñanza que nos dejó el gobernante romano Julio César hace siglos: “Divide y vencerás”, está siendo vigente en el siglo XXI. La doctora Raquel Herrera explica la situación de la polarización con un concepto bastante interesante, “el filtro de la burbuja, término desarrollado por el investigador estadounidense Eli Pariser, donde habló de cómo en las redes sociales por medio de nuestra navegación y nuestro comportamiento tendemos a ver solo una periferia, la cual puede llevar a polarizaciones, debido a que al final nos creemos aquello que está dentro de nuestro conocimiento, con lo cual rechazamos más lo que está fuera de ella, por lo tanto si por razones tecnológicas, sociales, económicas y/o políticas, permanecemos más dentro y rechazamos más lo que es distinto habrá más polarizaciones y por lo tanto podríamos estar más sensibles a recibir Fake News que favorezcan nuestras opiniones de alguna forma preexistentes”, además menciona que “Las polarizaciones ya estaban ahí, pero, con las Fake News pueden agudizarse más. Las tecnologías digitales como las redes sociales pueden facilitar las polarizaciones y por ende pueden divulgarse más noticias falsas”.
Algunas plataformas mundialmente conocidas como Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram o TikTok han sido creadas como nuevos campos para la interacción humana, con todo lo que esto pueda llevar consigo, el concepto de viralidad es algo relativo. La licenciada Raquel Herrera concibe que “las redes sociales pueden llegar a mucha más gente, porque se facilita conocer a más personas, que de otro modo no se habría conocido. Lo viral existe, pero no es igual para todos, también puede ser gente que comparta determinados medios afines y con el fin de hacer cambiar la opinión con respecto a un tema. Las redes sociales en general se han convertido en un maremoto de información no verificada, donde nadie está exento de caer en las garras de las Fake News, por lo cual la periodista y editora del medio informativo ColombiaCheck, Ana María Saavedra explica que “cuando se reenvía una información o cuando se comparte en las redes, como esas cadenas de texto o de audio, las están validando con esta acción. Las personas deben entender que son ciudadanos digitales y que tienen responsabilidades al momento de difundir más información por las redes sociales. Después de recibirlo, debe primero leer y debe estar seguro de que eso es verdadero. Mucha gente cree en esas informaciones simplemente porque la mandó tal persona, que es parte de la familia o allegado, ya tiene una firma de legitimidad o autenticidad, lo cual también lo hace tan peligroso, en términos de ser un canal muy efectivo a nivel emocional con los contenidos que desinforman”. En pocas palabras, las acciones que realizamos en las redes pueden perjudicar a nuestro entorno familiar sino somos cuidadosos y curiosos con la información que nos llega.
A partir de esta problemática, las plataformas han implementado reglas o se han aliado con organizaciones especializadas para limitar la cantidad de información falsas en sus feeds. Se podría decir que el pionero en estas regulaciones fue Twitter, agregando numerosas actualizaciones que dieron un acertado manejo a la temporada electoral en Estados Unidos, donde, por ejemplo, empezó a etiquetar la información falsa. Para explicar mejor estas nuevas alertas, la doctora Raquel Herrera expone que “si nos fijamos ahora, Twitter ha incorporado, dentro de la opción de compartir, una alerta debajo que dice: ¿Quieres leerlo antes? Esto se debe a que asume que cuando alguien comparte un enlace, no se si tiene que ver por la cantidad de minutos que hace que se ha publicado, pero me ha pasado alguna vez que igual lo había leído en otro lugar, o sea si lo había leído pero no a través de Twitter digamos, no había clicando a través de Twitter pero lo quiero compartir por que me parece interesante y debajo a parte de retuit me dice ¿Lo quieres leer antes?, entonces eso es bastante significativo por que tenemos un comportamiento compulsivo sobre todo cuando confirma lo que ya pensábamos, por ejemplo, yo estoy enfadada con el gobierno de turno, veo un artículo cuyo titular va a destrozar al gobierno de turno y tengo un impulso primitivo, pero humano, de compartirlo aunque no esté contrastado. Y ahí es como surgen muchas Fake News, se viralizan por que es más fácilmente.”
Sin duda este es un gran paso en la búsqueda hacia la limitación o eliminación de los elementos desinformativos, pero, ¿son suficientes estas regulaciones?, continuando con la idea de Raquel Herrera, se puede ver que “es muy difícil hablar de suficiente porque es muy complicado encontrar el equilibrio entre indicar que algo no es un hecho fehaciente y evitar la censura, manteniendo la libertad de expresión”, dejándonos así evidentemente la total responsabilidad de lo que compartimos, aunque siendo mucho más fácil ya teniendo esta clase de avisos por parte de las redes sociales, porque como dicen: “Soldado advertido, no muere en guerra”.
Después de este largo recorrido entre las diferentes definiciones, causas, consecuencias y demás implicaciones que envuelven al polémico tema de las Fake News, se puede decir que, a pesar del intento de los gobiernos u organizaciones por limitar este tipo de informaciones falsas o de las auto-regulaciones impuestas por cada red social, la responsabilidad siempre recaerá en el ser humano, en nuestro correcto comportamiento tanto en la generación como consumo de contenido. Como diría Mauricio Guerrero, “las noticias falsas seguirán, por lo cual nosotros debemos seguir preparándonos y puliendo estas ideas de las prácticas digitales, porque a quienes les sirven difundirlas, ya probaron suerte con poca eficacia.” En definitiva, como agentes activos en el nuevo mundo comunicativo, para no dejarnos dominar ni manipular sus ideales y valores. Revisar la información que nos llega antes de compartirla, es el acto de amor más noble que podemos expresar para construir una sociedad menos dividida.
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